Modernismo y Vanguardias

Gonzalo, B. (2014). El Modernismo y Las Vanguardias Unidad Chepevera. [Figura]. Recuperado de 

Modernismo

Cuando hablamos de modernismo nos referimos a un movimiento artístico que ocurrió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un movimiento que fue vastamente representado por el nicaragüense Rubén Darío, principalmente con su libro Azul, publicado en 1888. El modernismo se caracteriza por estar relacionados con temas como la naturaleza aunque en cada país tuvo sus propias características. Una de las características del modernismo fue el uso constante de líneas curvas y asimétricas, la poesía fue el género literario con más cambios en este movimiento ya que se buscaba la creatividad con un lenguaje más renovado. Rubén Darío es uno de los autores considerado como el máximo representante de este movimiento.

Ejemplos: 

CAUPOLICAN 

Es algo formidable que vio la vieja raza;

robusto tronco de árbol al hombro de un campeón

salvaje y aguerrido, cuya fornida maza

blandiera el brazo de Hércules o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,

pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,

lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,

desjarretar un toro o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,

le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,

y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

«¡El Toqui, el Toqui!», clama la conmovida casta.

Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo «Basta»,

e irguióse la alta frente del gran Caupolicán

Autor: Rubén Darío


Ropa Limpia

Le besé la mano y olía a jabón:

yo llevé la mía contra el corazón.

Le besé la mano breve y delicada

y la boca mía quedó perfumada.

muchachita limpia, quien a ti se atreva,

que como tus manos huela a ropa nueva.


¡Besé sus cabellos de crencha ondulada:

si también olían a ropa lavada!


¿A qué linfa llevas tu cuerpo y tu ropa?

¿En qué fuente pura te lavas la cara?

Muchachita limpia, si eres una copa

llena de agua clara.


1914, Ropa Limpia de Rafael Arévalo Martínez.



Para La locomotora

Junto con mis reliquias más secretas

Y en un pañuelo, blanco relicario,

Donde nunca miradas indiscretas

Profanaran la fe de aquel santuario.


Yo conservaba un guante, un guante usado,

Un guante negro, que a la mente mía

De la sima profunda del pasado

Una faz melancólica traía.


Un guante que evocaba en mi memoria

La primer gota amarga de mi vida,

La primer hoja triste de mi historia,

El ¡ay! de la primera despedida;


Aquel solemne, vaporoso instante

En que al sentir la muerte en su aposento,

El pálido poeta agonizante

Me dijo adiós, con apagado acento.


Tendiéndome su mano descarnada,

Adiós por siempre, repitió mi hermano

Y su boca marchita y abrasada

Como un suspiro se posó en mi mano...


Ya no le vi; mas desde aquel instante

Que hoy insensible y frío rememoro,

Piadosa conservé mi negro guante

Valioso para mí como un tesoro.


Sollozaba al mirarlo cada día,

Y abismándose en lúgubre embeleso

Hasta el fondo mi ser se estremecía

Al recordar el angustioso beso...


Cuando la muerte resolvió con saña

Entre otros lutos mi pesar primero,

Cuando al golpe brutal de su guadaña

En escombros cayó mi hogar entero,


Golondrina alirrota alcé mi vuelo

Creyendo que mi carga de dolores

Quedaba atrás en el extraño suelo

Do quedaban también tiempos mejores;


Inútilmente atravesé los mares,

Las penas me siguieron a porfía;

Dejando entre el montón de mis pesares

Sepultada esa tarde de agonía.


Mucho tiempo después, por accidente

Hallé aquel guante que veló el olvido

Y sólo entonces se volvió mi mente

Al lejano sendero recorrido.


Y escuché del adiós gemir los ecos,

Y vi unos ojos anegarse en llanto,

Pero mis ojos se quedaban secos;

Estaba roto el doloroso encanto!


Cual si nada evocara en mi existencia,

Contemplé mi reliquia del pasado,

Y la usé con la horrible indiferencia

De quien ya siente el corazón cansado.


Objeto sin valor ni privilegio

Va, recogiendo manchas, en el mundo,

Y por siempre ha borrado el sacrilegio

El beso del poeta moribundo!


Así también el roce de la vida

Profanó mis sublimes ideales

La realidad inmunda y fementida

Me secó del amor los manantiales;


Mis pasiones más nobles y más puras

Mis arranques más bellos y más santos,

Mis insólitas, cándidas locuras

Raudales de perennes desencantos.


Mis creencias de amor y de justicia

Mis ensueños magníficos y huraños

Son recuerdos que mi alma desperdicia,

Son el inútil lujo de otros años.


Que mi guante reliquia profanada,

Siga sufriendo las impuras manos,

Y la flor del recuerdo marchitada

Vuelva del viento entre los pliegues vanos.


París, 10 de agosto de 1906. El Guante de María Cruz.


Algunos ejemplos de los poemas vistos en la segunda ola modernista son los siguientes, Ropa Limpia y El Guante, escritos por Rafael Arévalo Martínez y María Cruz respectivamente.


“Pensando en su adolescencia y en sus primeros pasos libres por la ruta encantada de la vida, Noemí no sentía ni ternura ni nostalgia, sino únicamente un rencor muy vago contra sí misma, por no haber sabido guiar con más habilidad la primera barca que la condujo á Citeres. 

Lo mismo que Luisa, Noemí era hija de una actriz, pero había tenido la desdicha de quedarse huérfana antes de cumplir los cinco años y de caer entre las manos de su tía Berta, quien la educó sin maldad y sin cariño, haciendo una obra de caridad familiar al mismo tiempo que un buen negocio. Porque la chiquilla era relativamente rica. Su padre, empresario de zarzuela, dejó al morir, una fortuna respetable, y aunque su madre, la ligera y alocada Teresita de Bufos y Variedades, hizo lo que pudo por  echarla por la ventana, todavía legó, al fallecer, una finca cuyos alquileres producían algo más de cuatro mil pesetas anuales. 

Pero la hija de Teresita deseaba algo más que comer: deseaba cenar en los restaurantes lujosos, deseaba tener joyas, y tener trajes, y llamar la atención. Siendo aún muy niña, formó el proyecto de vivir como su madre había vivido.”

1899. Fragmento del libro Maravillas, novela funambulesca de Enrique Gómez Carrillo.



Vanguardias 

Estábamos justo iniciando el nuevo siglo ya muchas corrientes venían siendo traídas del siglo pasado; una estética se había desarrollado y unos literarios no se encontraban en el país porque buscaban nuevas corrientes para mantener al margen de la vanguardia a Guatemala. Era 1909 cuando en Italia se publica un manifiesto que contendría nuevas formas literarias que se enfocaban en innovar y traer lo innovador. Este fue el Manifiesto del Futurismo y este fue el inicio de muchas vanguardias tales como el creacionismo, el surrealismo, entre otros movimientos. Fue una época marcada fuertemente por la primera guerra mundial, la modernidad debido a la revolución industrial y a los cambios literarios. Gracias al padre del modernismo, Rubén Darío, este movimiento es traído a Latinoamérica lo más antes posible y para así poder tener nuestra literatura a la vanguardia. Arqueles Vela, Miguel Ángel Asturias, Rosa Rodríguez López, Luis Cardoza, entre otros, fueron escritores que experimentaron en sus obras y poemas, su contenido parecía adelantado para su época y era porque en realidad lo era. Esto era lo que la vanguardia pretendía, experimentar con lo nuevo, innovar lo antiguo y sentir una probadita de lo moderno. 

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